Las mamografías ayudan en la detección precoz del cáncer de mama y pueden llegar a salvar vidas. Si el cáncer se detecta en un estadio temprano es posible eliminarlo y que las personas se recuperen de esta enfermedad reduciendo notablemente el riesgo de reproducciones o metástasis en el futuro.
El objetivo de la mamografía es descubrir si hay algún tejido extraño en la zona del pecho. En muchas ocasiones el cáncer sólo se descubre cuando se manifiestan los primeros síntomas, pero gracias a esta técnica se logra detectar mucho antes de que estos aparezcan, con lo que su tratamiento es mucho más fácil y seguro para las pacientes.
Muchas mujeres no se hacen mamografías porque no sienten ningún síntoma y se despreocupan, pero lo recomendable es comenzar cuanto antes. Si no hay antecedentes en la familia, las mamografías deberían comenzar cuando las mujeres cumplan 40 años y realizarse cada dos. A partir de los 50 años, esta prueba debería realizarse anualmente si no se detecta ninguna anomalía. Por lo general, en la sanidad pública se comienzan a realizar a partir de los 50 años.
En el caso de que haya habido casos de cáncer de mama en la familia, debe realizarse cuanto antes. Los médicos recomiendan que se comiencen las revisiones a los 25 años, porque genéticamente podría haber predisposición a esta enfermedad y aparecer a una edad más temprana. Si es nuestro caso, podemos acudir a una clínica privada y solicitar la prueba donde obtendremos los resultados para incorporarlos a nuestro historial médico.
La mamografía es una prueba con unas molestias mínimas para la paciente que se realiza en una sesión. Aunque muchas mujeres sienten pudor, es importante que se realicen una mamografía para asegurarse que tiene una buena salud.
